Barack Obama abandonó una brillante carrera como líder global, con una altísima popularidad, después de ocho años de presidencia, que si no fuera por el enorme soporte de los medios de comunicación y diversos sectores tecnológicos habría pasado sin pena ni gloría; a pesar de que todas las buenas intenciones manifestadas por Obama calaban profundamente en la población, llevarlas a la práctica era arena de otro costal. Obama era una maquinaria perfectamente engrasada de marketing e imagen, basada en pura demagogía, empezando por su famoso eslogan "Yes, we can".
Es muy conocida su teorica defensa de los más débiles frente a los más acaudalados y su sentencia 'el aumento de la desigualdad es el mayor desafío de nuestro tiempo'; y seguro que no le faltaba razón pero tampoco hizo nada para mermar dicha desigualdad.
Parece que ahora que Obama ha abandonado la Casa Blanca se ha tomado muy en serio sus palabras y quiere estar entre los más acaudalados de su nación, mutando su eslogan a "Yes, we can be rich". Si Hillary Clinton (*), su desafortunada sucesora en la carrera electoral por el partido democrata, tenía sobre sus espaldas, y con toda la razón del mundo, colgado el sanbenito de amiga del 'establishment', Obama fue más cauto en estas lides y se ha mostrado con sus multimillonarios amigos sólo después de abandonar la Casa Blanca.
La señora Clinton tenía un caché de doscientos mil dólares como conferenciante de las grandes marcas de Wall Street, cosa que le hizo bastante daño durante la campaña electoral frente a Trump.
Así que el propio partido democrata llamó la atención del todopoderoso Obama por exhibir sus ostentosas vacaciones, multimillonarias amistades y los pingües beneficios en conferencias; todo ello por qué puede dañar la imagen del partido del burro en próximas citas electorales norteamericanas. Lo que es seguro que sabemos es que Obama no va a pasar hambre después de su etapa de presidente, por ostentar este cargo durante ocho años le quedará una paga vitalicia de cerca de doscientos mil euros anuales, lo cual le da para vivir holgadamente.
Primero disfrutó de unas largas vacaciones en la Polinesia francesa codeándose con celebridades como Tom Hanks, Oprah Winfrey o el multimillonario David Geffen; para luego aparecer practicando su deporte favorito, kitesurf, en la Islas Vírgenes Británicas de la mano de otro multimillonario, Richard Branson, dueño de aerolíneas Virgin, que tiene su propia isla privada en la zona y cuya empresa mediática Virgin/Cordon Press ha publicado fotos de ambos en su yate.
Es muy conocida su teorica defensa de los más débiles frente a los más acaudalados y su sentencia 'el aumento de la desigualdad es el mayor desafío de nuestro tiempo'; y seguro que no le faltaba razón pero tampoco hizo nada para mermar dicha desigualdad.
Parece que ahora que Obama ha abandonado la Casa Blanca se ha tomado muy en serio sus palabras y quiere estar entre los más acaudalados de su nación, mutando su eslogan a "Yes, we can be rich". Si Hillary Clinton (*), su desafortunada sucesora en la carrera electoral por el partido democrata, tenía sobre sus espaldas, y con toda la razón del mundo, colgado el sanbenito de amiga del 'establishment', Obama fue más cauto en estas lides y se ha mostrado con sus multimillonarios amigos sólo después de abandonar la Casa Blanca.
La señora Clinton tenía un caché de doscientos mil dólares como conferenciante de las grandes marcas de Wall Street, cosa que le hizo bastante daño durante la campaña electoral frente a Trump.
Así que el propio partido democrata llamó la atención del todopoderoso Obama por exhibir sus ostentosas vacaciones, multimillonarias amistades y los pingües beneficios en conferencias; todo ello por qué puede dañar la imagen del partido del burro en próximas citas electorales norteamericanas. Lo que es seguro que sabemos es que Obama no va a pasar hambre después de su etapa de presidente, por ostentar este cargo durante ocho años le quedará una paga vitalicia de cerca de doscientos mil euros anuales, lo cual le da para vivir holgadamente.
Primero disfrutó de unas largas vacaciones en la Polinesia francesa codeándose con celebridades como Tom Hanks, Oprah Winfrey o el multimillonario David Geffen; para luego aparecer practicando su deporte favorito, kitesurf, en la Islas Vírgenes Británicas de la mano de otro multimillonario, Richard Branson, dueño de aerolíneas Virgin, que tiene su propia isla privada en la zona y cuya empresa mediática Virgin/Cordon Press ha publicado fotos de ambos en su yate.
Pero, además, siguiendo la estela de Reagan, los Bush -padre e hijo- y Clinton, Obama se ha paseado por las grandes alfombras financieras durante el último trimestre de 2017 dando conferencias con beneficios desorbitantes.
El fondo de inversión Cantor Fitzgerald, pagó cuatrocientos mil dólares, por una conferencia sobre sanidad. Obama también cobró cuatrocientos mil dólares de Carlyle Group LP, una multinacional financiera, por una charla privada para algunos de sus directivos; como ocurrió también con Northern Trust Corp, donde su cúpula escuchó las reflexiones de Obama al coste de otros cuatrocientos mil dólares -cabe destacar que esta entidad financió la lujosa casa de los Obama en Chicago-. Es curioso como después de ocho años criticando los excesos de Wall Street el expresidente norteamericano se entregue a esos mismos excesos que criticaba y de los que ahora es protagonista; y esto sólo demuestra, una vez más, como las grandes finanzas mundiales controlan la política y a los políticos desde el fin de la II GM.
Finalmente y como guinda del pastel, el matrimonio Obama ha cerró un acuerdo editorial por el cual se publicaran las memorias de Barak y cuyo libro irá acompañado de otro volumen complementario sobre Michelle Obama. Los derechos del paquete literario le va a costar a la editorial en torno a 65 millones de dólares.
La ética abandonó la política hace ya muchos años por la parte de atrás. No es casualidad pues que revivamos los tiempos del pan y circo romanos para entretener a la ciudadanía en temas intrascendentes, cuando no dañinos, para que no repare en la inmensa tomadura de pelo que resulta vivir en democracia.
(*) La señora Clinton reconoce en sus memorias, publicadas en 2017, que aceptó dinero de Wall Street y entona el mea culpa reconociendo que fue un error político y personal. Conocidas son también su amistad y el flujo de información susceptible de ser privilegiada con famosos y millonarios del corte del fundador de Facebook, Mark Zuckerberg.
Texto de El Aguijón nº3
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