MI CAMINO DE SANTIAGO (Parte 1)
Desde hace un tiempo tenía en mente poder emular a León Degrelle en su caminar por el Camino de Santiago y, así, quizás poder llegar a entenderle en su gran devoción a éste nuestro patrón, que en su momento dice la leyenda que fue tan crucial para nuestra existencia como pueblo, salvándonos del infiel invasor en la famosa batalla de Clavijo y ayudándonos en espíritu a concluir nuestra reconquista.
Como todo viaje, se requiere una preparación y, por ello, estuve durante meses informándome al detalle de algo totalmente nuevo para mí, recopilando información sobre dónde dormir, distancias a recorrer y formación física necesaria. El momento elegido fue el mes de julio en el cual podía disponer de una semana para ser aprovechada al máximo. Existiendo diversidad de recorridos, escogí el camino aragonés por ser una tierra especialmente amada por mí y emprendí el viaje cogiendo un tren hasta cerca de la frontera francesa, en Canfranc Estación.
Estaba claro que no iba a ser uno más de los peregrinos, mi guerrera Española de la Waffen SS y mi gorra con la Totenkopf me iban claramente a identificar. Además, tenía preparado un paquete de pegatinas en pro de la libertad de Pedro Varela, listas para ser pegadas en todas las localidades por donde pasara.
Jornada Canfranc Estación – Jaca. 24 Kilómetros
Empecé mi caminar con una gran ilusión por lugares ya conocidos por mí, durante mi infancia en los campamentos de colegio y mi posterior paso por la Brigada de Montaña. Pronto empecé a comprender la simbología del camino que, por cierto, estaba muy bien marcada y avancé a buen paso a través del verde Pirineo aragonés. Entre la maleza pude descubrir un bunker que imagino fue construido al terminar nuestra victoriosa Guerra Civil para defender este paso. No sería el último, más adelante encontré otro pero de otra naturaleza, un bunker para peregrinos situado junto a la boca de un túnel que podría ser de gran utilidad para algún caminante en peligro, curioso lugar que ya no volví a ver en todo el resto del camino. Tras atravesar con algún esfuerzo las localidades de Canfranc, Villanua y Castiello de Jaca pude por fin terminar la caminata.
Otro tipo de camino comenzó cuando empecé a tratar con el resto de peregrinos, especialmente con un grupo de franceses, mi amigo Jean Marie que venía andando desde Lyon desde hacía más de un mes con más de 1.000 kilómetros a cuestas; Chloe, una encantadora mujer que desde el primer momento fue muy amable y que gracias a los conocimientos de su profesión, fisioterapeuta, me pudo ayudar con mis problemas en los pies en posteriores jornadas; y la benjamina, Marion que con solo 22 años había venido sola, una chica muy valiente.
Jornada Jaca – Arres. 24,5 Kilómetros
Como de costumbre, nos levantamos pronto para aprovechar el fresco de la mañana, por lo que a las seis y media ya estábamos en ruta. Esta vez ya no iba solo, me uní a los franceses y solo nos separamos a lo largo de la jornada cuando no podíamos mantener el mismo paso, pero al final del día nos reencontraríamos.
La primera parada fue en Santa Cilia de Jaca a unos 15 Km. Allí había una curiosa estatua de Santiago y un pequeño parquecito muy bien cuidado donde las francesas y yo pudimos merendar y reponer fuerzas. Jean Marie alias “Spedy Gonzalez” era demasiado veloz para nosotros.
Una costumbre peregrina es poner piedras sobre piedras a lo largo del camino, a modo de montañita y poco antes de llegar a Puente la Reina de Jaca tuvimos la agradable sorpresa de ver en mitad de un bosque una concentración muy muy numerosa de dichas montañitas. Fue realmente agradable ver ese espectáculo.
Después de pasar ese pueblo, unos hospitalarios que pasaban en coche, nos aconsejaron atajar en nuestro camino a Arres por una senda no marcada del camino. Las vistas por ese trayecto eran inigualables, pues andábamos a media ladera y mientras tanto podíamos ver las montañas del otro lado del valle, hasta que al final llegamos a nuestro destino en el albergue, un antiguo hospital de peregrinos. Aquí es donde tuve una de las grandes experiencias del camino, al conocer a las dos hospitalarias (un hospitalario es quien se encarga del mantenimiento y control del albergue). Estas chicas de Madrid sacrificaban altruistamente sus quince días de vacaciones por estar en este sitio, fue algo que me impresionó. Anteriormente, solo había visto esa clase de compromiso en la Casa Pound de Roma. Me contaron que este albergue había sido construido por peregrinos que habiéndose enterado de su futura construcción, habían venido en sus vacaciones para reconstruirlo. Es digno comprobar con los propios ojos lo bien que lo dejaron. El precio por pernoctar, cenar y desayuno… un donativo. Por cierto, la elaboración de la cena, colocación de platos y su posterior limpieza, fue realizada entre todos y luego juntos fuimos a un lugar cercano a ver la puesta del sol. ¡¡Inolvidable Arres!!
Jornada Arres – Artieda. 18,3 Kilómetros.
Con pena, nos despedimos de las hospitalarias, pero esta vez íbamos más amigos, concretamente con dos Italianos, Maurizio, un antiguo senador y su esposa Isabella. Al ser mayores madrugaban algo más que los demás para partir antes y no quedarse descolgados, nunca pude adelantarlos, la gente mayor, como lo era Degrelle están hechos de una pasta mejor.
Fue un día para disfrutar, con solo poco más de 18 Kms, a eso de las once de la mañana llegué a Artieda. Quien anda en el camino, sabe que esto no es una carrera. Al llegar vi unas pintadas contra el embalse de Yesa y alguna plantilla de guarros separatistas que me decían podría haber guarros a la vista. La primera persona que vi fue una pseudo punk con trazas de skingirl. No era muy lista pues no se enteró de mi simbología aunque posteriormente sí debió enterarse ya que trabajaba en el albergue. Allí le pregunté si era la única antifa del pueblo a lo que me respondió que no sabía qué era eso de antifa y que no era de ese pueblo ¡Ja, Ja! En el albergue el chico que lo regentaba me dijo que no había tenido suerte, que el día anterior hubo un concierto con unas 200 personas. Investigué y los grupillos eran 'Vatikano Rojo' y demás lindezas y los organizadores unos separatas, típico que esta gente solo tenga facilidades para con sus actividades, son ¡¡ANTISISTEMA!!.
Después de descansar pude visitar el pueblo de tan solo 60 habitantes y de hermosas calles empedradas, situado en lo alto de una colina para ser defendida en posibles ataques y a la vez para ver venir al enemigo. Precioso pueblo pero sin nada que hacer allí tras haber pasado una hora.
Jornada Artieda – Sangüesa. 32,5 Kilómetros.
De madrugada partí con la pequeña francesita y con otra joven francesa que igualmente se había venido sola, Cecile era su nombre. Así pues, nos pusimos en marcha y pasamos juntos el embalse de Yesa. Posteriormente mis compañeras se fueron quedando rezagadas y avancé en solitario, por una tupida senda que protegía del intenso sol y llegue a Ruesta… Aquí pude ver y oler (Marihuana), todo lo contrario de lo que representa Arres y el espíritu del camino. Una pena que en mitad del Pirineo alguien tenga que ver este ambiente tan degradado, en fin… Como de costumbre, empapelé el lugar con pegatinas de Pedro Varela y continué la marcha sin más tiempo que perder pues desde allí comenzaba una subida que se prolongaría unos siete kilómetros. Y así sufrí con mis pies doloridos por las ampollas subiendo y subiendo, además el viento era fuerte y el sudor empapaba mi camiseta del grupo de música de RAC Sachsonia, pero como dicen los italianos, Me ne frego / No importa. Los kilómetros van pasando y llegué a una antigua calzada romana y a unos tres kilómetros ya divisé la siguiente parada, el pueblo de Undués de Lerda, donde hice una parada con otra chica que trabaja en Sant Boi (Barcelona).
Aproveché para cambiarme de camiseta para evitar enfriarme, pues camiseta sudada y viento no es una sensación nada agradable, de paso me hice unas fotos en su espectacular iglesia románica y para ello, se lo pedí a dos peregrinos que yo pensaba que eran alemanes, aunque posteriormente me enteré que eran polacos afincados en Alemania y que él (eran una pareja de unos 45 años) era cura ¿¿?? Protestante, Luterano, quién sabe… Por cierto, aproveché para que en el albergue me sellaran la cartilla de peregrino, pues si quieres que al llegar a Santiago te den la Compostelana, un certificado que prueba que has recorrido el camino, necesitas demostrarlo con los sellos y las fechas que en ella se estampan, además, para poder dormir en los baratísimos albergues de peregrinos, es indispensable tener dicha cartilla para poder entrar.
Las flechas amarillas pintadas en muros y suelos me indicaban que la jornada no acababa y poco a poco continuaba mi avance, esta vez solo. Tras andar otros once Kilómetros, este tramo con poca vegetación no era especialmente bonito. Pasé cerca del pueblo de Javier, donde hay un espléndido castillo famoso por la peregrinación llamada la Javierada, pero no tenía tiempo para el turisteo. Como dije anteriormente, el camino puede dar momentos para ver cosas pero no es ese su fin y debía olvidarme de ver ese lugar y centrar todas mis fuerzas en el trecho que me quedaba.
Un pequeño monumento de un bastón con el nombre de un habitante fallecido de Sangüesa, que parecía ser un antiguo peregrino, me indicaba que ya estaba cerca de la localidad y que por fin podría descansar. En la guía de viaje que tenía, me indicaba que el pequeño albergue sólo tenía catorce camas y decidí hacer un pequeño esfuerzo para no quedarme sin sitio donde dormir. Poco antes de llegar, pude ver pegatinas de los Indar Gorri, Bildu y demás escoria... Ya sin problemas pude descansar en el albergue donde, por cierto, solo se paga 5 Euros por pernoctar, depositándolos en un sobre… El resto de compañeros se alegró al verme y yo me alegré de verles a ellos.
Tras la ducha de rigor, decidí ver el lugar y previamente pregunté al hospitalero qué partido político gobernaba a lo que me respondió que uno de izquierdas y que en las anteriores elecciones se habían presentado también Carlistas, España 2000, UPN y otros cinco o seis partidos de izquierda, en fin… Me puse a ver el pueblo y me hice fotos en la iglesia de Santiago, con un bello dibujo en su pórtico de dos peregrinos arrodillados en torno a una figura que sin duda era el apóstol. En las calles cercanas comencé a ver en los portales de las casas muchas esvásticas de variadas formas, Augurus, Hexafolias y otras iguales a las empleadas por el NSDAP. A la media hora de deambular, uno se me quedó mirando muy fijamente pero no me dijo nada y aunque se iba alejando no apartaba su mirada… Ojala hubiese habido una farola para que se hubiera dado una hostia, creo que al ser mayoría no están acostumbrados al uno a uno y prefieren retirarse… Bueno, yo a lo mío y andando, andando veo que hay una exposición sobre la Sangüesa medieval donde se pueden ver trajes de peregrinos y del rey navarro aragonés, Alfonso “El Batallador”, uno de mis monarcas favorito. Una pequeña pero muy interesante exposición.
En el albergue disponíamos de una cocina y la sección italiana decidió hacer Pasta per tutti. Qué buena gente eran y cuánto nos reímos. Al terminar mi parte del camino me dieron su dirección y me dijeron que me echarían mucho en falta y no solo por ser su traductor con españoles y franceses, lo cual lo hice encantado. El ambiente de comunidad es total y a cualquier problema todo el mundo se vuelca en ayudar de la forma que sea, y aunque en la forma no creo que pensaran exactamente como yo, los consideraba en comportamiento verdaderos NS.
Jornada Sangüesa – Monreal. 27 Kilómetros.
Al empezar el día el grupo sufre dos bajas, un maño llamado Juan no puede andar ni un paso más y probablemente se lo tengan que llevar al hospital y la joven francesita de 22 años, llama a su madre llorando diciendo que debe volver. La echaré en falta, son muchas las horas que hemos hablado en inglés.
A tan solo dos kilómetros y medio esta Rocaforte, la antigua Sangüesa, que posteriormente se trasladó hasta su ubicación actual por mandato del Rey navarro aragonés Alfonso “El Batallador”, siendo en su tiempo un punto neurálgico para el comercio.
Bajo un fuerte viento continué subiendo y bajando pequeños montículos, mis piernas sufrían lo indecible también quizás por el excesivo peso de mi mochila, tenía que haber llevado menos peso. Cuando vuelva al camino, me organizaré mejor para llevar solo lo indispensable y nada de prismáticos ni demás chorradas. Mientras, el viento no aflojó, más bien, se intensificó por lo que no era de extrañar que a lo largo del recorrido hubiera una infinidad de molinos de viento. Paso a paso, alcancé el alto de Aibar y después atravesé campos cubiertos de amarillo girasol. Pasé por Izco, es característico en toda Navarra ver los típicos frontones en cada uno de los pueblos y este sitio no era menos. Paré a comer a unos seis kilómetros y medio de Monreal.
Cuando reanudé la marcha comencé a sufrir los rigores del camino teniendo algún pequeño tirón, además, la planta de los pies me hacía mucho daño por las ampollas, desde ahí hasta el final fue realmente un calvario, cada paso era un mundo. No olvidaré ese día, inicié mi caminar a las seis y media de la mañana y llegué por fin a las cuatro y media de la tarde. Mientras me acercaba a mí destino pensaba en los divisionarios que anduvieron 1.000 kilómetros antes de entrar en combate. No me rindo, para animarme cantaba el himno nacional, el cara al sol y algún que otro desvarío ¡jajaja! Al final llegué a Monreal.
Precioso albergue con literas de madera y muy amplio, una pena que la ducha solo tuviera agua fría, pero desde luego que no se hace ningún tipo de asco. Media hora después y ya un poco más repuesto me fui con dos maños, Toño y Pablo a comprar comida para la cena, la otra vez le tocó a los italianos cocinar y esta vez nos tocaba a los españoles…Y ¿Qué hacer mejor que un montón de tortillas de patata?, entre los españoles que allí estuvimos, nos salieron unas hermosas tortillas made in Spain. La cena encantó a nacionales y al resto de europeos.
Jornada Monreal – Puente la Reina/ Gades. 31,2 kilómetros
Gracias al apoyo de los demás que me ayudaron con el cuidado de los pies y a deshacerme de peso innecesario pude comenzar esta, la que sin saberlo todavía, iba a ser mi última jornada. Este día, probablemente, fuera por donde más localidades pasáramos, muchos y pequeños pueblos como Yárnoz, Otano, Ezperum, Gerendiain. En estos lugares había por doquier una mezcla de esvásticas con imágenes católicas en las fachadas de sus casas, imagino que alemanes y el resto de europeos se sorprenderían de ello. Como comentario para futuros viajeros, en mi guía del 2009 ponía que en la localidad de Tiebas hay un albergue espartano en condiciones muy precarias, yo tras andar los 14 kilómetros hasta allí, por curiosidad entré y pude ver que posiblemente sea el albergue más moderno del camino, pues hace dos años que lo reformaron y es muy moderno, raro en el camino.
Antes de mi llegada al pueblo de Eneriz, por una mala señalización me perdí y no sé exactamente cuántos kilómetros anduve de más, encima no había más que pintadas separatas lo que me indicaba que podía andar por terreno no amistoso. Al final, un campesino me indicó como volver al camino y encontrar Enériz. Desde allí avancé hasta la Ermita de Nuestra Señora de Eunate, (“cien puertas” en vasco, construida en el siglo XII por los caballeros templarios, siguiendo el mismo diseño octogonal de la planta del templo de Jerusalén) poco después pude entrar en Obanos, lugar donde confluyen el camino francés y el aragonés, verdaderamente una delicia para los ojos. Las cruces de Roncesvalles y Santiago igualmente se entremezclan en una perfecta armonía. El final de mi primera parte del camino estaba cerca, a tan solo dos kilómetros de Puente la Reina/ Gares.
Los últimos centenares de metros antes de llegar, los anduve con otra francesa que portaba una concha con un Triskel pintado en ella. Me confirmó que venía de Bretaña, fácil deducción por la cultura celta que allí predomina. Al poco llegamos al albergue de los padres Reparadores junto a la iglesia del Crucifijo, allí había una representación que realmente me sorprendió, un Cristo crucificado en una runa de la vida y junto a él una sólo una ventana con la runa que destacaba al ser atravesada por los rayos solares, digno de ver, una fusión total pagano-cristiana. Destacar de este lugar su tradición carlista y el gran puente románico del que deriva el topónimo de la localidad, construido para facilitar el paso a los peregrinos.
Como en el señor de los anillos, hasta aquí me llegaron mis pies, pero la historia continuará porque el camino tiene algo especial, es una experiencia que recomiendo a todo el mundo y que te marca en muchos sentidos, si vas solo como yo lo hice, no lo lamentarás. Para terminar esta primera parte del reportaje, me despido con el saludo que nos da la gente cuando nos ve
¡¡Buen Camino!!
Continuará…
Jaja, desde luego que ir con la guerrera de las Waffen SS te debió de hacer destinatario de muchas malas miradas, pero mientras sólo sean eso.
ResponderEliminarBonita crónica de tu camino de Santiago, desde luego que viajar es una de las mejores experiencias de la vida, los lugares, la gente...nosotros, a diferencia de muchos de los qe nos critican, disfrutamos viendo nuestra bella Europa y conociendo nuestra herencia. Ami los viajes que más me han gustado de los que he hecho ha sido por los castillos del Loira y por el Sur de Alemania, por no hablar de algunas zonas de los Alpes alemanes e italianos (y de los suizos, aunque en estos he estado poco).
Un saludo y mucho ánimo.