sábado, 5 de septiembre de 2015

Quién mal anda, mal acaba

    Si Hannah Montana fue un instrumento diseñado por Disney para dirigirse al enorme e inagotable mercado infantil.... ¿qué ocurre cuando este público crece y el producto no se hace tan rentable? Fácil, el producto también muta y es así como nace Miley Cyrus. Si entre 2006 y 2011 esta chica pasaba por ser estrella del pop idolatrada y venerada por millones de niños y preadolescentes; al poco tiempo en una gala WMA de la MTV (los que dictan qué música escuchan los chicos occidentales) pasaba a vestir más ligera de ropa y restregándose por doquier como una perra en celo, según sus propias palabras había llegado la hora de ser ella misma.... justamente lo que vende entre los adolescentes: morbo a raudales, rumores, extravagancias, connotaciones sexuales constantes y un insultante llamamiento a la juventud a consumir drogas, de hecho su canción "We can't stop" es una buena muestra de lo que digo. 
  Las generaciones enganchadas a Hannah dificilmente se veran libres del yugo de Miley, buscando identificarse con su ídolo.
  En fin, el producto ha mutado incluso llegando a presentar la misma gala (2015) en la que se presentó al mundo como Miley Cyrus convirtiéndose en -sus propias palabras- "una loca liberal fumadora de marihuana" y sigue vendiendo tanto o más que cuando era un producto infantil por qué es difícil estar en un sitio web de noticias sin que veas su foto junto a algún titular rocambolesco. Es así la sociedad en la que vivimos: un asco lleno de perversión lejos de lo humano que algún día fuimos.
  Eso sí, sus objetivos son muy dignos: "Mi sueño es salvar el mundo". Jajaja, estimada Miley, a duras penas podrás salvarte tú de tu propia vida.

"La fama muy pocas veces se debe a cualidades humanas admirables, como tampoco a logros verdaderos"  Eric Fromm


No hay comentarios:

Publicar un comentario