sábado, 24 de octubre de 2015

El rumbo de Turquia

  Tras cuatro meses de intensa campaña antiterrorista en Turquía no parecen que las cosas vayan a mejor. Un doble atentado el 10 de octubre en Ankara dejó un centenar de muertos y el doble de heridos en el peor atentado terrorista del país turco. La marca es inconfundiblemente yihadista. Rapidamente el gobierno turco vetó, controló y administró toda la información sobre el atentado que se publicó en prensa, televisión y también en Internet, de hecho Turquía y sus servicios secretos son expertos en el control de las nuevas tecnologías.
  Algunos medios occidentales, alertan del posible deterioro de la paz del país y de la posibilidad de que se produzca un estado de guerra continuo en la península de Anatolia. Agosto y septiembre han sido meses de combates diarios, bombardeos y atentados contra militares turcos.
  Desde luego el gobierno de Erdogan ha ido metiéndose poco a poco en esa espiral hacia una contienda bélica en toda regla. Primero y principalmente ofreciendo sus bases, especialmente Incirlik, para operaciones norteamericanas contra el Daesh, ya que teoricamente el gobierno turco quiere liberar de presencia yihadista la frontera turca; aunque por otro lado, el verdadero benefactor del contrabando en dicha frontera, tanto de petróleo, como trigo y algodón de la zona contralada por el Daesh sea propiamente Turquia.
  El 19 de julio de 2015 llegó el punto de inflexión con un atentado suicida en la localidad de Suruç, que asesinó a treinta y tres personas, algunas de ellas kurdos y que fue perpetrado por Daesh. A partir de ese día el Estado turco declara la guerra al terrorismo, aunque los servicios de inteligencia turcos ya sabían, antes de los hechos de Suruç, que el Daesh tenía previstos atentados en su territorio; de hecho el Daesh por boca de su "califa" ha declarado en más de una ocasión que uno de sus objetivos es Estambul, antigua Constantinopla.
  Tras Suruç, se organizan redadas antiterroristas con cifras aplastantes: 1300 detenciones en tres días. 850 miembros del PKK, unos 140 vinculados al Daesh y el resto de distintos grupos de extrema izquierda, etc.. Las cifras dan que pensar: por una lado que los servicios secretos ya estaban listo para actuar antes del atentado y, por el otro, que al que Erdogan teme es al PKK. El atentado de Suruç perpretado por Daesh en territorio turco sirve de excusa para que su gobierno entierre de una vez por todas la paz con el PKK y el pueblo kurdo, ¿no es extraño?
 
Ocalan, fundador del PKK, durante un juicio
   En realidad, Turquia a quién teme es al PKK por qué, este partido-milicia con tintes izquierdistas que represanta a la minoría kurda, ya está dentro de su país y puede, si quiere, hacerle más daño que el propio Daesh, desmembrando su país para crear un estado propiamente kurdo. De hecho seguramente el gobierno turco esté más preocupado aún por el material bélico que diversos países han proporcionado a los kurdos iraquíes para combatir al Daesh e impedir que avanzaran más allá de Mosul que por los atentados que puedan realizarse en su territorio. Por eso la aviación turca estuvo bombardeando intensamente las posiciones kurdas, provocando unas 700 bajas entre la milicia kurda según fuentes turcas, mientras que sólo hizo una media decena de bombardeos testimoniales contra el Daesh.  
  Para terminar rizando el rizo, en territorio turco hay hasta tres organizaciones armadas de extrema izquierda: el más fuerte es el DHKP, el TKP-ML (marxistas leninistas) y el TIKKO (con presencia en zonas rurales e industriales).  
  Con este amplio abanico de problemas, aunque el PKK ha decretado una tregua hasta primeros de noviembre, Erdogan encara una dura campaña electoral; su figura que parecía perenne está publicamente siendo mermada con frases como 'Erdogan es capaz de incendiar todo el país si eso significa mantenerse aferrado al poder", del lider opositor Demirtas. Veremos que nos deparan las elecciones turcas y que derroteros toman sus distintos frentes armados.

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