La primera quincena de marzo nos dejó una elecciones generales clientes, se trató de las holandesas. Tras el referendum del Brexit y la victoria de Trump, los medios de comunicación europeos comenzaron a explotar el miedo al nacionalismo, populismo, antieuropeísmo, etc, etc.... queriendo alinear y agrupar en un 'eje del mal a todas las fuerzas que están demonizadas por los medios en el saco de la extrema derecha.
En este caso la bestia para los medios era Geert Wilders, lider del Partido de la Libertad, tildado de extrema derecha e incluso de identitario holandés. Wilders, considerado liberal de derechas, recogió el testigo político de Pim Fortuym tras su asesinato como lider de un movimiento politico que basa su identidad en su confrontación con la invasión islámica de Europa.
Pero debajo de esa islamofobia pseudo identitaria se esconde un prosionista de los pies a la cabeza. Si uno repasa la biografía de Wilders descubre que su abuela materna era judía indonesia y que Wilders trabajó dos años en un kibut israelí junto a la frontera jordana; pero es que si repasas las donaciones públicas a su partido vemos una ingente cantidad de donaciones de fundaciones y organismos pro sionistas de EEUU.
En lo social es un continuista de la política marcada en Holanda desde hace décadas -matrimonio homosexual, legalización drogas 'blandas', aborto,...-; el paro no es un problema con una tasa del 5'4% por lo que la denuncia de la invasión islámica y la salvaguarda de la identidad nacional holandesa son su bandera.
Pero no nos equivoquemos, Wilders es sólo un peón más del sionismo en el tablero político europeo. Que la masiva población musulmana en Holanda y Europa es un problema resulta obvio, que las políticas de asimilación y multiculturalidad son un fracaso salta a la vista, pero es que quitando ese motivo de su discurso, Wilders resulta ser uno de tanto politicuchos europeos. Criticar el islamismo en Europa es lógico, pero no a costa de venderse al sionismo.
En realidad, no ha existido en Holanda ningún político de talla carismática y auténticas políticas sociales desde el asesinato de A. Mussert.
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