domingo, 24 de mayo de 2015

Lamento armenio

 Mientras en Turquía se preparaban los homenajes a los caídos en la I Guerra Mundial, especialmente en la batalla de Gallipoli con la parada Canakkale Martyrs, en el resto del mundo comenzaron a alzarse voces denunciando el genocidio perpetrado por el Imperio Otomano, es decir, Turquía, contra el pueblo armenio, siendo curiosamente uno de los primeros, a finales de abril, el Papa Francisco que lo reconoció como el "primer genocidio del S. XX".


  Poniéndonos en antecedentes y en el marco de la Gran Guerra, los turcos habían intentado a través de Kars, en una monumental ofensiva, la conquista del Caúcaso ruso, especialmente de Bakú, pero el frío y los rusos lo impidieron así que el zar Nicolás II, que suficiente tenía con contener a los alemanes, solicitó a los ingleses una intervención contra Turquía para que moviese sus tropas y dejase libre su frente sur. Así se ejecutó pues la intervención británica en Gallípoli, la cual comenzó en febrero de 1915.
 
  Pensando que los rusos atacarían al Imperio Otomano desde el Caúcaso un grupo de armenios se rebeló en la localidad de Van, en el extremo oriental de Anatolia, en abril de 1915. La represión no se hace esperar y en la noche del 24 de abril de 1915 son detenidos 200 armenios que componen la élite armenia en la capital turca, entre ellos diputados, periodistas, profesores, médicos, comerciantes o banqueros. El gobierno turco encabezado por Talat Bey, Enver Pachá y Cemal Pachá deciden acabar con el problema armenio de una forma global y definitiva y se informa a los gobernadores de la deportación inmediata a los desiertos de Siria y Mesopotamia de los cristianos armenios, la inmensa mayoría de ellos habitantes del este y centro de la actual Turquía.
 
  Muchos armenios, ya fueran niños, mujeres, ancianos o de cualquier condición fueron congregados en diversos lugares para luego marchar a pie en interminables columnas de hasta diez mil personas hacia su fatal destino, para casi todos, la muerte de las más diversas maneras: de frío, hambre, enfermedades o simplemente asesinados por soldados o por la turba turca que salía al encuentro de las columnas de deportados para apalearles y robarles mientras los militares turcos sólo miraban. No hubo piedad para nadie, miles de armenios fueron asesinados en el desierto y sus hijos entregados a çeten (escuadrones de la muerte creados por presos liberados) que los ahogaron, degollaron y exteminaron en las orillas del Eufrates.

  Como muestra, las palabras del general M. Kamil Pashá: "Un musulmán que defienda a un armenio debe ser ejecutado ante la puerta de su casa y su hogar reducido a cenizas. (...)"

  Según cifras oficiales que se barajan, entre millón y millón y medio de armenios murió en los caminos o en los campamentos del desierto, especialmente entre 1915 y 1916. Pero el gobierno turco siempre ha intentado negar la magnitud de este genocidio, pulicando cifras de víctimas muy inferiores a las reales, achacando éstas a los desórdenes propios de la guerra.





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