domingo, 24 de mayo de 2015

9 de mayo

 El pasado 16 de marzo millares de personas participaron en la marcha de los veteranos de las Waffen-SS en Riga, Letonia. La división letona fue una unidad de las Waffen SS y tenía unos ciento cincuenta mil efectivos. Los antifascistas locales y el gobierno ruso han criticado al gobierno letón por permitir este evento. 
  El encargado de derechos humanos del gobierno ruso, Konstantín Dolgov, definió la marcha como una cínica profanación del recuerdo de millones de víctimas de la II Guerra Mundial, parece que el señor Dolgov olvida, primero que los letones luchaban por la libertad y la soberanía de su propio pueblo, junto a los alemanes, frente al esclavismo que supuso el comunismo; y dos, olvida también las tropelías, matanzas, violaciones  y desmanes cometidas por el ejército soviético a su paso por Europa oriental camino de Berlín. Su avergonzante declaración si que es puro cinismo, ya que en Rusia ni siquiera se tratan esos temas en la historia oficialista de Putin.


  Por el contrario el 9 de mayo en la plaza del Kremlin, el gobierno de Putin flanqueado por sus más allegados colaboradores internacionales, celebraba el 70 aniversario del fin de la II Guerra Mundial y la derrota de los fascismos con toda la pompa propicia para la ocasión. Primero hubo una parada militar sin precedentes con dieciseis mil soldados y el armamento más moderno de las fecundas fábricas militares rusas como el tanque T-14 Armata o los misiles balísticos RS-24 Yars, tras lo cual un sinfín compuesto por miles de personas -adictas al régimen- procesionó portando fotos de su abuelos y padres que participaron en la contienda, Vladimir Putin incluido.
  En el curioso discurso de Putin, dijo estar "agradecido a Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos por su contribución a la victoria", así como "a los antifascistas de diferentes países", blablabla, blablabla Desde luego, sin el apoyo de los países capitalistas, el comunismo no habría durado setenta años en la URSS. Lo cierto es que en la Rusia actual hay un desconocimiento total entre la población de qué sucedió en la II Guerra Mundial por lo que el gobierno Putin lleva ya años germinando esa semillita de "patriotismo antifascista" en la población rusa, que está obligada a creer la historia oficial dictada por el gobierno ya sea por ignorancia y desidia o por ley, ya que en 2014 se incluyó en el código penal como delito "la difusión consciente de informaciones falsas sobre las actividades de la URSS en la II Guerra Mundial", con una pena de tres años de prisión; es decir, uno puede ir a la cárcel en Rusia por decir la verdad de la barbarie comunista en Europa por qué simplemente no es lo que el Estado ruso quiere.
 

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