Tras meses de espera para la formación de un gobierno, los españoles fueron a votar de nuevo el pasado 10 de noviembre; donde los resultados mostraron el descalabro de Ciudadanos, el aumento de PP y, sobre todo, VOX así como la pérdida de escaños para UP y PSOE.
Es curioso ver como después de meses de conversaciones en que UP y PSOE no se pusieron de acuerdo para la formación de un gobierno, tras estas nuevas elecciones y en apenas 48 horas, firmaban un preacuerdo para llevar el timón de esta nación durante cuatro años. Aunque nada ha transcendido de qué han acordado ni de cómo se repartirán los cargos. Transparencia cero.
Es curioso ver como después de meses de conversaciones en que UP y PSOE no se pusieron de acuerdo para la formación de un gobierno, tras estas nuevas elecciones y en apenas 48 horas, firmaban un preacuerdo para llevar el timón de esta nación durante cuatro años. Aunque nada ha transcendido de qué han acordado ni de cómo se repartirán los cargos. Transparencia cero.
Pero casualidades de la vida, ahora disponen de menos escaños para hacerlo que en abril, concretamente el PSOE 3 menos y UP 13. Una mente inquieta como la mía, puede llegar a pensar que las elecciones de noviembre han sido una simple maniobra para ver si estos partidos podían conseguir más sillas en el Congreso y así precisar de menos ayuda 'externa' para gobernar.
No cabe otra posibilidad, aunque ahora precisan muchos más apoyos de otros partidos que antes. Paradojas, la gobernabilidad de España se encuentra ahora en manos de los partidos independentistas que gozarían con la destrucción de nuestra nación. Los años venideros no serán buenos con una política nacional fragmentada en dos bloques, izquierda y derecha, que recuerda mucho a la España de preguerra civil.
No cabe otra posibilidad, aunque ahora precisan muchos más apoyos de otros partidos que antes. Paradojas, la gobernabilidad de España se encuentra ahora en manos de los partidos independentistas que gozarían con la destrucción de nuestra nación. Los años venideros no serán buenos con una política nacional fragmentada en dos bloques, izquierda y derecha, que recuerda mucho a la España de preguerra civil.
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