No sé si os habéis enterado pero Donald Trump es el nuevo presidente de EEUU, tras ganar en noviembre contra todo pronóstico las elecciones a la Clinton. Después de un precampaña y campaña que más bien parecían un circo mediático, basado en un ir y venir de acusaciones de todo tipo por ambas partes, digno de un estudio psicológico.
A la victoria de Trump no sobrevino una quiebra búrsatil como preconizaron los expertos, por lo que se deduce que los mercados están tranquilos y eso que Donald usa una retórica contra las grandes empresas -a pesar de que él mismo es propietario de algunas-; lo cual es cuánto menos clarificador en lo que se refiere a una tónica continuista en el mundo de la gran finanza.
Y es que los medios de comunicación están sobredimensionando todo lo que envuelve al nuevo presidente norteamericano. No olvidemos que el presidente no es una figura determinante ni todopoderosa ya que casi todas sus decisiones tienen que pasar por la criba bicameral de la democracia norteamericana y que a Trump ni siquiera le apoyan todos los congresistas de su partido. Una cosa es lo que un candidato a presidente promete y otro muy distinta lo que un presidente puede hacer, máxime en democracia, cuando la mentira queda disculpada. Sus primeras decisiones han sido polémicas: como la salida del TTP, Acuerdo de asociación Transpacífico, que le costó a Obama cinco años de negociaciones, y que seguramente siga adelante a pesar de su retirada. Y, sobre todo, el muro con México, que es más una cuestión de guerra psicológica -por la cuestión del pago del mismo-, cuando en realidad hay casi un tercio de muro ya construido,....
Lo que sí parece es que Trump reforzará sus alianzas con Reino Unido e Israel, según lo que se ha observado en las declaraciones de su equipo; es decir, más de lo mismo. Habrá que seguir viendo hacia donde van los pasos de este pintoresco presidente, magnificado por los medios, antes de hablar mucho más sobre él. Seguramente y bajo mi punto de vista, Trump será tan malo para el mundo como Obama, aunque sus personalidades y puesta en escena sean tan diferentes.
A la victoria de Trump no sobrevino una quiebra búrsatil como preconizaron los expertos, por lo que se deduce que los mercados están tranquilos y eso que Donald usa una retórica contra las grandes empresas -a pesar de que él mismo es propietario de algunas-; lo cual es cuánto menos clarificador en lo que se refiere a una tónica continuista en el mundo de la gran finanza.
Y es que los medios de comunicación están sobredimensionando todo lo que envuelve al nuevo presidente norteamericano. No olvidemos que el presidente no es una figura determinante ni todopoderosa ya que casi todas sus decisiones tienen que pasar por la criba bicameral de la democracia norteamericana y que a Trump ni siquiera le apoyan todos los congresistas de su partido. Una cosa es lo que un candidato a presidente promete y otro muy distinta lo que un presidente puede hacer, máxime en democracia, cuando la mentira queda disculpada. Sus primeras decisiones han sido polémicas: como la salida del TTP, Acuerdo de asociación Transpacífico, que le costó a Obama cinco años de negociaciones, y que seguramente siga adelante a pesar de su retirada. Y, sobre todo, el muro con México, que es más una cuestión de guerra psicológica -por la cuestión del pago del mismo-, cuando en realidad hay casi un tercio de muro ya construido,....
Lo que sí parece es que Trump reforzará sus alianzas con Reino Unido e Israel, según lo que se ha observado en las declaraciones de su equipo; es decir, más de lo mismo. Habrá que seguir viendo hacia donde van los pasos de este pintoresco presidente, magnificado por los medios, antes de hablar mucho más sobre él. Seguramente y bajo mi punto de vista, Trump será tan malo para el mundo como Obama, aunque sus personalidades y puesta en escena sean tan diferentes.
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