Recientemente se ha avivado un conflicto latente sin resolver, el que enfrenta a Armenia y Azerbaiyán por la región de Nagorno Karabaj. La cuestión se remonta a más de cien años atrás, retrocedemos a 1918 cuando triunfa la revolución bolchevique y el imperio ruso se desmorona. En aquel año, el nuevo y reluciente ministro, Josef Stalin, dibujó las fronteras del Caúcaso y delimitó las lindes de las Repúblicas Socialistas Soviéticas de Georgia, Azerbaiyán y Armenia; pero sin tener en cuenta las realidades étnicas y religiosas de sus poblaciones, así una región cristiana ortodoxa y armenia etnicamente quedó enclavada en un territorio musulmán como es Azerbaiyán. Curiosamente los comunistas, defensores de los pueblos del mundo, obviaron las realidades de sus ciudadanos y así se gestó el conflicto.
Finiquitada la URSS comenzó el conflicto que duró hasta 1994 con la victoria de Armenia y consiguiendo una independencia de facto del enclave armenio de Nagorno Karabaj. Claro está el conflicto se cobró casi treinta mil muertos y un millón de refugiados entre población civil de ambos bandos.
En 2016 Azerbaiyán intentó tomarse la revancha con una breve contienda de cuatro días en el que se plasmó una ofensiva diplomática donde Azerbaiyán culpó a Armenia de disparar primero pero que finalizó con un acuerdo de paz firmado en Moscú el 5 de abril de 2016. Y es que en la Doctrina Militar Azerí aprovada en 2010 se asume la opción militar para recuperar Nagorno Karabaj.
El afán de revancha azerí se nota simplemente echando un ojo a los presupuestos de ambos países en conflicto. El presupuesto del Ministerio de Defensa azerí es mayor que todo el presupuesto nacional de Armenia. Según datos de internet, el presupuesto bélico de Azerbaiyán era de 3.000 millones de dólares en 2015.... y eso deja bien claro que Azerbaiyán desea la guerra, aprovechando la bonanza económica que le permite el petróleo.
Ya durante esta breve refriega Turquía, país islamista dirigido por el mezquino Erdogan, mostró su apoyo incondicional a Azerbaiyán, debido a la 'causa musulmana'. En declaraciones del 4 de abril de 2016 Erdogan afirmó: "Nagorno Karabaj acabará volviendo a estar bajo la soberanía plena de Azerbaiyán". Pero aunque la cuestión religiosa es muy golosa para las masas turcas, también hay que tener en cuenta que Azerbaiyán es un aliado importante para Turquía ya que desde el país azerí se bombea gas y petróleo hacia la Anatolia turca que luego pasa también a Europa. Turquía tiene proyectos energético en territorio azerí como el Gaseoducto Trans Anatolio (TANAP) y el recientemente firmado bloque Azerí-Chirag-Gunasshli (ACG) del que Turkish Petroleum tiene un 6% de acciones, pero además hay otras grandes petroleras en el ajo como BP, la azerí Socar, Chevron, Exxon Mobil,.... en fin, el poder del dinero intentará doblegar a los armenios. Además desde territorio azerí salen el BTE y el BTC (que llega al Mediterraneo), dos oleoductos que soslayan territorio armenio y llegan a Georgia para luego adentrarse en tierras turcas.
El interés turco queda demostrado en este conflicto con el uso de armamento turco por parte de los azeríes, especialmente drones (el ejército azerí usa también masivamente varios modelos de drones israelíes); así como el envio de mercenarios sirios, procedentes de las milicias anti Assad que combatían con el beneplácito e interés turco.
Cabe recordar para finalizar que Turquía practicó sistematicamente un genocidio contra el pueblo armenio durante 1915, especialmente, y que está reconocido por muchos países. Queda patente que Turquía bajo la batuta de Erdogan, que goza de poder absoluto tras el falso golpe de estado de hace unos años, se está convirtiendo en una hidra cuyos tentáculos se expanden internacionalmente a placer, de Chipre y el Mediterráneo oriental, Siria, Kurdistán y ahora Armenia. Quizás Armenia quede a merced de las bestias; si Rusia, cuyos intereses económicos están también ligados a los hidrocarburos azeríes, no pone remedio a ello.
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