Suponiendo que haya tres generaciones en cada siglo, "cada uno de nosotros tendría en sus venas, por lo menos, la sangre de veinte millones de hombres que vivían en el año mil después de Jesucristo. El último de los campesinos, removiendo la tierra encorvado bajo el peso de los siglos, tiene en sus venas una sangre milenaria, y por ello es nuestro hermano como también `lo es un buey de otro buey´."
Por el economista francés E. Cheysson.
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